Relatos

Expedición al Paine 1955 – Traducción del artículo publicado en 1959

Expedición al Paine 1955

Expedición de la Federación de Ski y Andinismo de Chile

Objetivo: Ascenso del cerro Paine Grande, 3050 m (Patagonia).

Participantes: Sergio Moder (organizador), Eduardo Meyer (líder de los montañistas), Eduardo García, Francisco Vivanco, Ernesto Paya, Sergio Kunstmann, Sergio Alvarado, Ernst Hoffmann, Ludwig Krahl, Wolfgang Förster

Wolfgang Förster

En avión recorrimos los 2000 km del largo trayecto entre Santiago y Punta Arenas. Un gran jeep, que estuvo siempre a disposición de la expedición, nos llevó los otros 350 km de distancia hasta la Cordillera del Paine.

En el cerro Paine Grande se realizaron dos intentos de ascenso. Como campamento base sirvió el refugio Grey bajo la quebrada Olguín (al Noreste del lago Grey). El primer campamento de altura se montó en la quebrada Olguín. Sobre el fogón se levantó un armazón de troncos de roble que se cubrió con nylon para proteger de la lluvia. Para protegernos del viento enterramos alrededor de nuestra carpa gruesas ramas y las amarramos unas con otras. El segundo campamento de altura lo situamos a los pies de la pared del Paine. El viento patagónico estuvo tan fuerte que tuvimos que cavar una cueva en el hielo e instalar la carpa en ella. La pared debía ser preparada en etapas por diferentes cordadas para una escalada en conjunto. Krahl y Hoffmann formaron la primera cordada. En los puntos más difíciles de la pared dejaron cuerdas colgadas para facilitar el ascenso de los siguientes. Kunstmann y yo fuimos elegidos para seguirlos y relevarlos arriba. En la pared debíamos tener constantemente cuidado puesto que todo el tiempo caían piedras por sobre nuestras cabezas reforzadas por un casco. En algunas partes las rocas están tan sueltas que debíamos «sostener» el cerro en lugar de que ocurriera al revés. Escalamos sin pausas y no nos dimos cuenta como pasó el tiempo. Poco antes de la puesta de sol llegamos a una terraza de roca donde decidimos regresar. Dejamos arriba cuerdas, clavos para roca, crampones y piolet para el ataque general. El descenso fue cuatro veces más rápido puesto que rapeleamos casi todo el trayecto. En las pasadas difíciles dejamos puestos cordines para que nuestros sucesores encontraran menos dificultades.

Cumbres Principal y Norte del Paine vistas desde el valle del Francés. Foto de Wolfgang Förster

En los días siguientes el mal tiempo nos mantuvo en el campamento base, hacia el que habíamos descendido. Renunciamos a la ruta, con su largo y considerando las condiciones climáticas no teníamos tiempo de lograrla. Krahl y Kunstmann exploraron en la parte superior del glaciar Olguín una ruta de ascenso conveniente. Ahí nos juntamos para un segundo ataque. Bajo una gran chimenea cavamos una nueva cueva en el hielo en el glaciar Olguín superior. La cueva resultó tan grande que cabíamos parados en ella. Por los lados tallamos escalones como base para los cocineros. Colchonetas inflables nos protegían del gélido frío. Al final de la chimenea de ascenso armamos a una altura de 2800 m un cuarto campamento. Sin embargo, el tiempo volvió a echarse a perder, los campamentos de altura debieron ser desarmados y también tuvimos que renunciar a este intento.

A comienzos de febrero, sin esperanzas debido al mal tiempo, queríamos terminar la expedición. Entonces se vieron las primeras señales de buen tiempo, olfateábamos el aire de la mañana. Un grupo con Krahl, Kunstmann, Vivanco y Paya partieron a realizar un intento en los pocos días que quedaban a dos cumbres secundarias del Paine Grande. Al «último minuto» les resultó el primer ascenso de la cumbre Bariloche (2600 m) y de la cumbre Central (2750 m).

Vivanco, Krahl y Paya en la cumbre Bariloche

Sergio Moder, el líder organizador de la expedición, nos había prometido que tras un ascenso exitoso al Paine se afeitaría su conocida larga barba. Como sólo habíamos conseguido ascender las cumbres Central y Sur, se decidió dejar la barba en una mitad de la cara. Bajo grandes protestas de su parte se desarrolló la ceremonia. Sin embargo, por compasión finalmente nos decidimos por afeitar toda la barba.

Entre los participantes reinó desde el principio un poco frecuente espíritu de camaradería. Es de esperar que les pase lo mismo a todas las futuras expediciones que se formen por miembros de diferentes clubes.

Wolfgang Förster

Traducción: Álvaro Vivanco

Fotografías de la expedición donadas por Sergio Kunstmann al DAV:

Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1959