Relatos

EXPEDICIÓN DAV MARMOLEJO 2022

UNA VISITA AL 6.000 MAS AUSTRAL DEL MUNDO

 

Dicen que escalar el Marmolejo no es técnicamente muy difícil, sin embargo, requiere de una preparación física y mental adecuada para sortear las diversas pruebas a las que nos vimos sometidos durante los 7 días que duró la expedición. Escogimos una ruta más larga, vía el ascenso de buena parte del volcán San José, para pasar por el portezuelo y acceder por el costado sur oriente al Marmolejo, evitando así los riesgos de atravesar su glaciar por la ruta normal.

Partimos el 19 de enero de 2022 desde la sede de nuestro club con el sueño puesto en la cumbre del 6000’s más austral del mundo. El primer día (D1) llegamos a Las Lajas (3.450 m.s.n.m.) con el apoyo de Fernando, un arriero y sus mulas, permitiendo una jornada tranquila y no muy cansadora. Al día siguiente (D2) dejamos algunos depósitos de elementos que no queríamos acarrear el resto de la expedición, y solo los recogeríamos al regreso.  Esta jornada resultó larga y extenuante por el mayor peso sobre nuestras espaldas, permitiéndonos llegar al campamento 2 (4.400 m.s.n.m.) último lugar donde habríamos de encontrar agua líquida (por lo menos durante el día).

El tercer día (D3), el clima nos agregó un nuevo obstáculo a nuestro andar, frío, ventoso y con la nube a ras de piso buena parte del día. Nuestro objetivo era llegar a la base del Co. Marmolejo, una planicie rodeada de glaciares y donde esperábamos encontrar algunas lagunas con agua líquida al otro lado del portezuelo del San José. Este día el clima agregó un factor adicional, donde caminamos gran parte del día dentro de una nubosidad fría y que disminuía enormemente la visibilidad, lo que, sumado a diferencias en nuestras capacidades físicas hizo que 5 de los nuestros logran llegar a destino a últimas horas del día, pero la cordada de los Pogorelow debió pasar la noche sobre el portezuelo a 5400 m.s.n.m.

Al cuarto día (D4) nos reencontramos con todo el equipo de la expedición en la Planicie a las faldas del Marmolejo 5.200 mt aprox.), luego de un gran rodeo a los glaciares de la cara oriente del San José, las imágenes son de otro mundo, y bien valió la pena solo llegar hasta ahí.  Fue un día de descanso y recuperación de fuerzas, preparando el ataque de cumbre previsto para la mañana siguiente.

Quinto día (D5), salen a la cumbre a las 03 am. todos menos Paulo quien no se sentía en buenas condiciones para tamaño desafío, eran otros 900 metros más o menos los que faltaban por llegar a la cima del Marmolejo.  Luego de una hora y media, y cuando ya habían atravesado la planicie glaciar y campos de penitentes, cuando se disponían a comenzar el ascenso, fuertes ráfagas de viento hicieron cambiar de opinión a JP García Huidobro, Cecilia Martínez y Pablo Pogorelow de seguir avanzando. Daniel Ruz a esa altura presento señales de enfriamiento en sus pies por lo que también se restó del grupo de ataque de cumbre, y juntos esperaron el amanecer observando una gigantesca tormenta eléctrica que se desarrollaba a lo lejos en territorio argentino.  El equipo restante, nuestro socio Diego Silva y Simón Schneider un alemán de DAV Alemania de paso por Chile, continuaron adelante con el desafío de la expedición.

En boca de Diego el ataque de cumbre se desarrolló así: “Una vez nos separamos del grupo, el fuerte viento proveniente desde el norte empezó a helarnos gradualmente. Tuvimos que hacer varias paradas para refugiarnos detrás de pequeñas rocas que se asoman ocasionalmente. En cierto momento, cuando el alba empezaba a asomar sentí mucho frío, un frío que desequilibró mi determinación. Menos mal iba a acompañado, pues Simón levanto mi ánimo y juntos esperamos a que los rayos de sol nos dieran de lleno para poder continuar la marcha. A medida que subíamos, el viento amaino inesperadamente, como si alguien estuviera cubriendo el viento para darnos fuerzas. Luego de 7 horas de subida y de varias cumbres falsas, y muchos más ¿ya llegamos? Pude ver reflejado en la cara del “alemán” que nos encontrábamos en la cima. Nos dimos un gran abrazo de cumbre y miramos perplejos aquella vista donde nunca había estado, una vista de la cual me gustaría contemplar más seguido y con una mirada hambrienta hacia el Aconcagua que se erguía impetuosamente. Solamente me di cuenta de lo que habíamos logrado cuando nos encontramos nuevamente con nuestros compañeros en el campamento. Cuando nos separamos de ellos nunca pensé que podríamos lograrlo, sin embargo, siempre tuve en consideración que debía intentarlo y que si no se podía era porque yo mismo me había rendido, no quería quedarme con las ganas de haberme preguntado si hubiese sido capaz. »

Luego de una agotadora jornada de 12 horas, Diego y Simón llegan al campamento con fuertes señales de agotamiento, pero felices de haber logrado el objetivo, coronar con la cumbre al tan soñado Marmolejo. Nosotros por fin respiramos aliviados de ver a nuestros amigos regresar a salvo de tan exigente jornada, por lo que nos tomamos unas fotografías y los mandamos a descansar.

Sexto día (D6), a media mañana a eso de las 09:00 hrs. emprendimos el regreso a casa, dejando tan maravilloso lugar guardado para siempre en nuestros corazones y en algunas fotografías y videos que no guardan relación con la maravilla que nuestros ojos admiraron esos días. La jornada de bajada hasta el campamento 2 fue muy dura. Mas de tres horas nos tomó subir en línea directa por el glaciar de la pared oriente, de la caldera norte del San José hasta el portezuelo. Una vez ahí, mientras la mayor parte de nosotros descansábamos, Daniel quien no pudo subir al Marmolejo, tuvo su desquite y mostrando una impresionante capacidad física, subió al San José, hizo ambas cumbres, ¡¡¡y bajo a una impresionante velocidad!!! (en solo 90 min.) Mas tarde nos reencontramos todos en el campamento 2 para nuestra última noche en el San José.

Séptimo y último día (D7) Nos levantamos con pocas ganas y con menos fuerzas ya, desayunamos, desarmamos campamento y a eso de las 10 am. comenzamos nuestra última larga y agotadora jornada.  Llegamos a Plantat a hacer un merecido descanso y algunos a refrescar unos muy dañados pies (Paulo).  Finalmente nos reencontramos todos en el Cabrerío con las últimas luces del día, ahí nos esperaba el transporte que nos trajo a casa (con algunos kilos de queso de cabra adicionales en nuestras mochilas).